Seguro que más de una vez has sentido que lo que estabas viviendo no es real: crees que eres un espectador de una película de "serie B" y piensas que de un momento a otro estarás viendo unos tiernos cervatillos triscando por el monte mientras los pajarillos trinan a tu alrededor en medio del Monte del Pardo... dónde una alfombra de flores tapiza el campo. (¡jo, qué gozada!)
Sin embargo en algún momento recibes algún golpe tan gordo que te hace volver a la realidad, y te das cuenta de que estás en esa peli de serie b y que además eres el desdichado protagonista.
Todo era un autoengaño, un mecanismo de defensa de la naturaleza. Alguien lo metió en nuestra ROM -recuerda que soy un friki-nerd por algo-. Estamos programados para protegernos de las situaciones chungas. El cerebro humano no quiere que suframos para protegernos de la extinción.
Para evitar que la caguemos y que suframos nos hace soñar si es preciso, y pensar que todo esto le está pasando a otro, que en realidad todo acabará en un momento, y mejor aún: después de 2 días ya no sabremos si eso nos ha sucedido o en realidad o se trata de otra famosa leyenda urbana como la de Ricky Martin con el perrito y la mermelada en el programa de Isabel Gemio.
(No sé si todos os acordaréis de esto, haré un apéndice: Corrió el rumor hace unos años de que en un programa de TV Ricky Martin había entrado a casa de una chica para darla una sorpresa y que cuando entró con las cámaras del programa la pillaron en el salón con el perro lamiendo la mermelada en su sexo. De repente todo el mundo había visto este programa -sí: ¡lo admito! ¡yo también lo había visto!- pero en la realidad esto nunca sucedió. Fue un experimento de manipulación.)
Bueno, pues no: las cosas pasan y a veces nos pasan a nosotros y no sólo a los demás.
jueves, 17 de marzo de 2005
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