lunes, 16 de octubre de 2006

No tengo nada que decir

No publico: no quiero decir nada: estoy aprendiendo, estoy viviendo... experiencias nuevas, (¿nuevas?) releyendo libros que tenía olvidados y sobre todo aprendiendo a ser tolerante.

Pregunta que llega a mi mente en este momento:

«¿Por qué Dios nos ha hecho lo suficientemente inteligentes como para preguntarnos qué hacemos aquí, para intentar buscar un sentido a esta existencia pero también lo bastante estúpidos como para hacernos infelices a nosotros mismos y a los demás constantemente?»

Vamos, que nos ha dado una linterna con pilas del Carrefour en una cueva para que pensemos que somos capaces de ver algo; pero no tenemos ni idea de lo intensa de la luz del sol porque seguimos encerrados en la cueva de nosotros mismos.

Y también a veces pienso -con todos mis respetos- que Dios tiene mala leche ¿eh? - Jo: es que no somos ni chicha ni limoná: ni carne ni pescao: No somos ni suficientemente inteligentes como para comprender la vida, disfrutar y ser felices, ni suficientemente tontos como para no percatarnos de las cosas y ser felices comiendo y durmiendo como los animales.

¿Seremos nosotros los retorcidos? (seguramente sí).

A ver si podéis ser felices.. ¡Al menos intentadlo, jolín!

1 comentario:

iketius@hotmail.com dijo...

Buena, buenísima esa pregunta. Lo pienso todos los días y llego a esta conclusión:
No soy tan lista como para creer que sé todo y por consiguiente no avanzar, pero tampoco tan tonta como para cometer el error de quedarme en mi ignorancia, sin saber más. En cualquier caso el tema a evitar es "quedarse quieto".
La felicidad está ahí, cerca. Me hacen gracia quienes hablan de "alcanzar" la felicidad, porque suena como si para lograr ser felices tuviéramos que ponernos de puntillas y estirarnos, estirarnos... hasta tocarla. Todo es más simple de lo que creemos. Sólo hay que querer...